LA ENERGÍA DE LA PALARA
- Carmen Luisa Carrasco
- Sep 19, 2022
- 3 min read
La palabra, como todo lo visible y lo invisible, es Energía. Esta energía nace de nuestros pensamientos, emociones y sentimientos por lo tanto, vibrará al nivel en que nos encontremos. Si nuestra rata vibratoria del momento es elevada, nuestras palabras serán afectuosas, conciliadoras, llenas de tolerancia y de armonía. Si, por el contrario, estamos con baja vibra, éstas saldrán con toda la carga de la rabia, ira, cólera o rencor que “nos hayamos permitido generar en nuestro interior”. ¿Cómo es que lo genero? Digamos que alguien hace algo con lo que no estoy de acuerdo, o me ofende, o simplemente sucede algo que, siento que traba mis planes. La verdad, tengo dos caminos (sí, sólo dos):

O adopto el estado de VÍCTIMA, en el cual estallo, despotrico, muestro mi furia y saco todo mi lado obscuro (créanme, todos lo tenemos) y me estanco, cual Crussoe, en la rumia de mis negatividades, arrastrando, como aluvión, todo o a todos los que encuentre a mi paso… O me decido a aceptar mi estado natural de APRENDIZ, hago un alto, respiro lenta y profundamente hasta sentir algo de paz y pueda preguntarme, con objetividad: ¿Para qué se me está presentando esta situación? ¿Qué es lo que necesito aprender de ella?... O incluso: ¿Será que esto que creo que necesito ya no me corresponde porque hay algo mejor para mí? A veces, Dios no permite que sucedan ciertas cosas, porque no son para nuestro bien mayor ni el de los demás y, entonces, es hora de abrir los ojos y enmendar rumbo, siempre pidiendo la Luz de la Sabiduría Divina como Guía. Esos sucesos son, también, nuestros grandes maestros. Si sabemos leerlos, nos servirán de aprendizaje inmediato, daremos gracias y continuaremos con nuevas experiencias, en base a lo que ya integramos, en pos de nuevos aprendizajes. Si, por el contrario, decidimos cegarnos, continuaremos cayendo hasta tocar fondo, con mayor sufrimiento aún pues sólo atraeremos más de la vibración que elegimos hospedar, a partir de nuestro verbo.
Toda energía que vibra en una misma rata, en un mismo nivel, se atrae entre si y se va condensando hasta formar una entidad que vibra a la misma altura y que cada vez es más poderosa. Si es energía positiva, nos sentiremos en gozo, con mucha paz y con capacidad de ver con claridad y objetividad todo lo que nos sucede, rechazando, COMPRENSIVA Y COMPASIVAMENTE, toda negatividad. Sabremos que es para bien. En caso de ser energía negativa, nos sentiremos mal, en cualquier aspecto. Al igual que las emociones, las palabras tienen mucha fuerza y llegan, como entidades creadas por nosotros mismos, a ser muy poderosas… lo suficiente como para dañar a cualquiera, empezando por quien las genera, llegando, incluso a poseernos. Se alimentan de nuestras más bajas emociones y nos roban la paz, la armonía y la cordura. Nos ciegan y afectan en dura forma nuestro ego, el cual se desboca y sufre a la vez porque se ve solo.
Es importante saber que, aún del estado más negativo, podemos salir airosos, siempre y cuando “nos permitamos aceptar” que donde estamos no es nuestro estado natural. Si usamos nuestro LIBRE ALBEDRÍO (para eso nos fue dado) con sabiduría, PONIENDO NUESTROS ASUNTOS EN MANOS DE NUESTRA DIVINIDAD, de acuerdo a nuestra FE, voluntad y determinación, todo lo cual implica ACCIÓN. Es de sabios reconocer nuestros propios errores porque, sólo así, seremos capaces de enmendarlos y ser cada vez mejores… como merecemos ser. Cuando eso sucede, sea cual fuere la experiencia, sólo nos queda expresar libremente, a viva voz y desde nuestro corazón, una de las palabras con más alta vibración que puedan existir, porque lleva en si el Amor verdadero, el Amor Incondicional: GRACIAS.
Al final, Tú decides ser -o no- FELIZ.
Bendiciones mil
Calui
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